The Hong Kong Massacre

-inicia el juego
-sientete como una maquina de matar en el primer nivel
-no entiendo la historia no se mucho ingles
-pasa el segundo nivel luego de morir 10 veces
-para la primera fase
-quedate atascado en la segunda fase
-descubre que se puede relentizar el tiempo
-relentizar el tiempo no sirve de un carajo
-muere 20 veces mas
-juega minecraft

10 de 10 lo volveria a desinstalar

Spanish/English/French Review
The Hong Kong Massacre es una sinfonía de balas, neón y desesperación estilizada. Si John Woo dirigiera una pesadilla pixelada y John Wick la ejecutara con precisión quirúrgica, este juego sería el resultado. Más que un shooter cenital, es una experiencia sensorial en la que cada disparo forma parte de un ballet entre la vida y la muerte. El jugador encarna a un pistolero taciturno enfrentado a una ciudad que parece reflejar sus propios fantasmas.
Los homenajes al cine de acción no se disimulan: cámara lenta, saltos imposibles, baños de sangre con elegancia operática. El protagonista actúa con el estoicismo de Wick, silencioso pero implacable. Cada escenario es un corto urbano lleno de lluvia, neones rotos y enemigos que aparecen como memorias violentas.
En cuanto a dificultad, el juego no perdona. Una bala basta para caer, incluso en el nivel más fácil. La curva de aprendizaje es brutal pero adictiva: dominar el tiempo bala y los desplazamientos es como aprender una coreografía letal. Cada victoria, por mínima que sea, se celebra como un logro técnico y estético. Morir cientos de veces no frustra, porque cada intento mejora la precisión y el estilo del jugador.
Jugar The Hong Kong Massacre es sufrir con arte. La violencia no es gratuita, sino parte de un lenguaje visual y narrativo que convierte cada disparo en una declaración. Es difícil. Es hermoso. Es despiadadamente gratificante.
_____________
The Hong Kong Massacre is a symphony of bullets, neon, and stylized despair. If John Woo directed a pixelated nightmare and John Wick executed it with surgical precision, this game would be the result. More than a top-down shooter, it's a sensory experience in which every shot becomes part of a ballet between life and death. The player takes on the role of a taciturn gunman facing a city that seems to reflect his own ghosts.
The tributes to action cinema are anything but subtle: slow motion, impossible jumps, blood-soaked scenes with operatic elegance. The protagonist moves with Wick-like stoicism—silent, relentless. Each stage feels like a short urban film drenched in rain, broken neon, and enemies emerging like violent memories.
In terms of difficulty, the game is ruthless. A single bullet is enough to fall, even on the easiest setting. The learning curve is brutal yet addictive—mastering bullet time and movement feels like learning a lethal choreography. Every victory, no matter how small, is celebrated as a technical and aesthetic achievement. Dying hundreds of times isn't frustrating, because each attempt sharpens the player's precision and style.
Playing The Hong Kong Massacre is suffering with artistry. The violence isn’t gratuitous—it’s part of a visual and narrative language that turns every shot into a statement. It is hard. It is beautiful. It is ruthlessly gratifying.
_____________
The Hong Kong Massacre est une symphonie de balles, de néons et de désespoir stylisé. Si John Woo dirigeait un cauchemar pixelisé et que John Wick l’exécutait avec une précision chirurgicale, ce jeu serait le résultat. Bien plus qu’un shooter en vue du dessus, c’est une expérience sensorielle où chaque tir devient une partie d’un ballet entre la vie et la mort. Le joueur incarne un tireur taciturne confronté à une ville qui semble refléter ses propres fantômes.
Les hommages au cinéma d’action sont évidents : ralentis spectaculaires, sauts impossibles, bains de sang exécutés avec une élégance opératique. Le protagoniste agit avec le stoïcisme de Wick, silencieux mais implacable. Chaque niveau évoque un court-métrage urbain rempli de pluie, de néons brisés et d’ennemis surgissant comme des souvenirs violents.
Côté difficulté, le jeu ne pardonne rien. Une seule balle suffit pour tomber, même au niveau le plus facile. La courbe d’apprentissage est brutale mais addictive : maîtriser le "bullet time" et les déplacements revient à apprendre une chorégraphie mortelle. Chaque victoire, si modeste soit-elle, se savoure comme un accomplissement technique et esthétique. Mourir des centaines de fois ne frustre pas, car chaque tentative affine la précision et le style du joueur.
Jouer à The Hong Kong Massacre, c’est souffrir avec panache. La violence n’est pas gratuite : elle fait partie d’un langage visuel et narratif qui transforme chaque tir en déclaration. C’est difficile. C’est beau. C’est férocement gratifiant.

Eres un chino que m4t* a otros chinos, jugabilidad divertida pero estresante a lo Hotline Miami pero sin armas cuerpo a cuerpo, vale la pena las canas que tengo despues de 4 horas jugadas

Espero que coger sea igual de bueno que este juego

breve pero intenso