Outer Wilds

Si quieres jugar a algo que se parezca a outer wilds, te aguantas porque solo outer wilds es como outer wilds

¿Qué haces leyendo reseñas? Cualquiera podría ser un spoiler. Cuanto menos sepas mejor.
A que esperas, ve y juégalo.

10/10

El dolor de tu ausencia es punzante y atormentador. Daría lo que fuera por no conocerlo; cualquier cosa, excepto nunca haberte conocido.

El juego que me recordó lo que significa descubrir
Outer Wilds ha sido el primer juego de pura exploración que he jugado en mi vida, y no esperaba que me fuese a marcar tanto. La primera vez que intenté pilotar la nave fue un horror: torpe, caótico, con la sensación constante de que iba a estrellarme. Estuve a punto de soltar el mando más de una vez. Pero cuando por fin empiezas a pillarle el truco, cuando de repente todo fluye y notas que eres tú quien lleva la nave… se convierte en algo increíble. Pasas de la frustración total a sentirte un auténtico viajero espacial, y esa transición no se me va a olvidar nunca.
Cada planeta es un misterio distinto. Algunos son bellísimos, otros inquietantes, pero todos tienen algo que engancha. Y lo mejor es cómo el juego confía en ti: aunque puedes marcar lugares en tu nave para orientarte, nunca te dice realmente qué hacer ni cómo avanzar. El progreso nace de tu curiosidad, de observar, de probar, de equivocarte. Es una de las experiencias más gratificantes que he tenido nunca en un videojuego: sentir que las respuestas las encuentras tú mismo, paso a paso, y no porque alguien te las dé.
El DLC, en cambio, tiene un tono mucho más oscuro y hasta angustiante por momentos. Los primeros minutos fueron un caos, confusos, como si me hubiese perdido algo. Pero de repente todo empieza a encajar, y la historia se despliega a una velocidad y con una tensión que te atrapa sin remedio. Añade un misterio dentro del misterio, y aunque es más inquietante, no rompe lo que hace mágico al juego base, sino que lo lleva un paso más allá.
Y luego están esos momentos que se te quedan grabados: la primera vez que vi la supernova tragándoselo todo, escuchar las melodías de los exploradores a lo lejos, caminar sobre los relojes de arena mientras el suelo desaparece bajo tus pies, o mirar mi propio reflejo en el casco sabiendo que el tiempo se me escapaba. Haciendo teorías de que podría estar ocurriendo. Son cosas que todavía me vienen a la cabeza días después de jugar.
No puedo dejar de mencionar la desesperación que me dio intentar llegar a la estación solar. Horas de intentos, de giros bruscos, de sentir que nunca iba a lograrlo… y cuando por fin lo conseguí, solté un suspiro que llevaba horas guardando. Sentí que había conquistado algo imposible.
Outer Wilds no es solo un juego: es una experiencia que se te queda dentro. Una de esas que, cuando terminas, sabes que difícilmente vas a olvidar.

Outer Wilds no es simplemente un videojuego. Es una experiencia única, profunda y emocionalmente poderosa que redefine lo que significa explorar un universo. Desde el primer momento que me subí a esa pequeña nave espacial construida con madera y curiosidad, supe que estaba a punto de vivir algo especial.

Este juego no te lleva de la mano, no te marca el camino ni te premia con puntos por matar enemigos. En lugar de eso, te entrega un sistema solar completamente interactivo y lleno de misterios, y te dice: “Ve. Descúbrelo.” Y eso es precisamente lo que lo hace tan brillante. Cada descubrimiento es fruto de tu propia inteligencia, observación y curiosidad. Y lo mejor: cada respuesta plantea nuevas preguntas.

Lo más importante para mí es que Outer Wilds llegó en un momento de mi vida en el que todo se sentía particularmente difícil. Ha sido una de las épocas más duras que he atravesado, y este juego —con su atmósfera serena, su banda sonora, sus rincones ocultos y su mensaje profundamente humano— me ofreció consuelo, perspectiva y, en cierto modo, esperanza. Me ayudó a desconectar de mi mismo cuando más lo necesitaba. En un tiempo donde todo parecía confuso, este universo de ficción me ayudó a respirar un poco más profundo y a mirar las cosas con otros ojos.

La narrativa es sutil pero inmensamente poderosa. Poco a poco vas desenterrando las piezas de una historia que es a la vez íntima y cósmica, sencilla y filosófica. Outer Wilds trata sobre la vida, la muerte, el tiempo, la soledad, la memoria… y el asombro de mirar al cielo preguntándote “¿qué hay allá afuera?”

La música es otro protagonista. Hay momentos en los que una simple melodía, en medio del silencio del espacio, puede ponerte los pelos de punta o incluso hacerte llorar. El diseño de sonido y visual es puro arte: cada planeta tiene su personalidad, cada rincón una historia.

No quiero entrar en detalles para no arruinarte el viaje. Solo diré esto: juega este juego. No corras. No mires guías. Déjate llevar por la maravilla de no saber. Es uno de esos juegos que solo se puede experimentar una vez, y se queda contigo mucho después de que termina.

Outer Wilds no es solo uno de los mejores juegos que he jugado: es uno de los más importantes. Me acompañó cuando más lo necesitaba. Y por eso, siempre lo llevaré conmigo.

De las mejores experiencias en los videojogos que he tenido en años. Quiero agradecer a mi madre por haberme tenido para así poder experimentar esta joya, y tambien quiero agradecer a mi amigo por apuntarme con un 4rma a la cabeza para que lo jugara. Recomendable 100 por cien sin importar tu sexo, raza, religión o especie.

Antes era adicto al crack y después de jugar esta obra de arte sigo siendo adicto al crack pero consciente de mi presente y amando mi vida